Como diría Max Pulver, lo que escribimos no es más que nuestro propio autorretrato, podría decirse que nuestra escritura nos retrata. La Grafología no adivina el futuro, como muchos piensan, sino refleja el presente, si bien este presente acarrea una carga desde el pasado que lo condiciona y también se orienta hacia un futuro que lo espera. Esto es lo que se refleja cuando escribimos.
Por lo tanto, un informe grafológico de personalidad nos va a contar lo que somos y también lo que sentimos en el momento presente, nos va a entresacar las pesadas cargas del pasado que nos han formado como personalidad única, y nos va a orientar sobre nuestras virtudes potenciales de cara al futuro.
A través del estudio grafológico puede detectarse
• Nuestras emociones.
• Nuestros miedos más profundos.
• Nuestros estados de ánimo
• El vibrar de nuestros sentimientos, para ayudarnos a controlarlos o a equilibrarlos; para ayudarnos, simplemente, a mejorarnos a nosotros mismos.
• Nuestras potencialidades y habilidades.
Por lo tanto, el informe grafológico constituye una de las herramientas más completas con diferencia para sondear el fondo de la personalidad humana. Y todo ello, en un escrito, que deberá ser espontáneo, plasmado en papel sin pauta y necesariamente firmado por el autor.
Actualmente, el informa grafológico entresaca más de setenta aspectos de la personalidad.
¿Cuántos áreas de la personalidad incluyen el informe?
Área mental – memoria, observación, reflexión, inteligencia…
Voluntad y área profesional – rendimiento, voluntad, organización…
Comportamiento y personalidad – plano social, comunicación, afectividad…
Sintomatologías psicosomáticas – si las hubiese.
Un análisis grafológico es, no sólo una ayuda para conocerse a uno mismo, sino también una solución para entender a los demás: relaciones filiales, parejas, compañeros, jefes…Y, aunque muchos piensen conocerse ya y del todo bien, permítanos hacerla observación que –una cosa es conocerse, y otra distinta reconocerse-. Y ahí está la Grafología, aunque sea sólo para hacernos reconocer lo que conocemos pero no queremos ver.
Consuelo Anguix- Maestra- Grafóloga